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Aunque existen varios tipos de alteraciones en la pigmentación de la piel, las más comunes son las manchas por la edad, el melasma, la hiperpigmentación postinflamatoria y las pecas:
Manchas por la edad: También se conocen como manchas solares o manchas hepáticas, y suelen aparecer por una exposición prolongada al sol. Son más frecuentes en personas mayores y se notan principalmente en zonas del cuerpo que están expuestas al sol de forma habitual, como el rostro, el cuello, el escote, las manos y los brazos.
Melasma o cloasma: Se presenta como manchas más grandes, sobre todo en el rostro —especialmente alrededor de la boca y en la frente— aunque también pueden aparecer en el abdomen. Puede afectar tanto a hombres como a mujeres con tonos de piel medios a oscuros, pero es más común en mujeres debido a cambios hormonales, como durante el embarazo o al usar anticonceptivos. Por lo general, estas manchas desaparecen tras el embarazo o al dejar de tomar estas pastillas.
Hiperpigmentación postinflamatoria: Ocurre cuando una herida o lesión en la piel sana y deja una marca plana con un color más oscuro. Es común en personas que han tenido acné, dermatitis o eccema, y también puede ser causada por ciertos tratamientos estéticos como dermoabrasión, láser o peelings químicos.
Pecas: Son pequeñas manchas planas que aparecen por factores genéticos o por la exposición solar. No representan ningún riesgo para la salud y son más frecuentes en personas con piel clara.
Además de estos tipos, hay otras causas que pueden generar zonas más oscuras en la piel, como las cicatrices, marcas de nacimiento, queratosis actínica o solar, e incluso algunos tipos de cáncer de piel. Sin embargo, estos no se consideran formas de manchas pigmentarias como tal.